Cuando tenía 9 años le dije a mi madre que quería ser Profesora de Educación Infantil, muchos años más tarde, lo estudié y terminé la carrera.

Cuando comencé en una escuela infantil observé que los niños tenían características y necesidades diferentes, y que algunos necesitaban que los ayudara de maneras diversas.

Eso hizo que siguiera formándome, lo que sabía no me alcanzaba y comencé a estudiar Psicopedagogía y Psicología.

Ser maestra me generó mucho placer ayudándolos a crecer y lo complementé siendo Psicóloga especializándome en niños, adolescentes y familia.

Con el tiempo me llamaban pacientes adultos para ser atendidos y empecé a cuestionarme si los podría atender. Una psicóloga amiga quien fue uno de mis referentes más importantes me dijo “Quien atiende a niños puede atender adultos, el niño interior que un adulto posee en muchas circunstancias está dañado”. Este comentario caló en mí, es por ello que desde hace más de 25 años me dedico a la atención de adultos también.